WeWork es un co-working space que se ubica en varias ciudades del mundo, esta es mi experiencia en WeWork Soho en la ciudad de Nueva York.
Creo que fue en el 2011 cuando por primera vez escuché el concepto de co-working space, el cuál lo defino como un espacio de trabajo “comunitario” donde puedes compartir algunos recursos, por lo que el costo es más accesible para individuos o pequeños negocios.
Como emprendedora un área de trabajo es clave para sacarle provecho al día y que este sea productivo. Cuando empecé mis primeras etapas tenía dos lugares para trabajar; en casa o en un Starbucks.
Mi experiencia en casa era algunas veces limitada porque no tenía acceso rápido a internet, por lo que siempre era un problema para mi. En Starbucks también el internet era un problema, no podías depender realmente del lugar y dejar tus cosas, tenías que ver la manera de no dejar sola tu computadora para ir al baño. Y estas eran mis dos opciones porque no tenía dinero para estar en un espacio de trabajo.
Pero en 2015 tuve la oportunidad de poder rentar un espacio “hot-desk” en We Work Soho, por una renta mensual de $300 dólares y la misma cantidad para un depósito. Este hot-desk me ofrecía una mesa, no exclusiva, donde básicamente el que llegara primero la ocuparía por el resto del día. Acceso a la cocina, acceso a boots para hacer llamadas, y ciertas horas al mes para ocupar espacio de sala de conferencia.
Al pagar por el espacio más económico había un poco de desventaja en no tener un lugar asignado para poder trabajar por lo que tenía que llegar a primera hora. Pero lo más valioso que tuve de este lugar fue la productividad que pude explotar trabajando en mis proyectos. Toda la gente a mi alrededor estaba tan concentrada en sus propios proyectos que esa energía de entusiasmo y enfoque te contagiaba.
Tuve la oportunidad de visitar otros co-working spaces en Nueva York, pero notaba muchas distracciones para las personas que estaban trabajando. No sé si exista un tipo de estrategia en cómo acomodar las mesas en el espacio, pero podía notar las diferencias de qué tanto se podía concentrar la gente. Observaba que la manera de cómo acomodaban las mesas de trabajo y como este se sincronizaba con el diseño del lugar podía causar eco y distracción. De nuevo no sé si es estrategia o casualidad, pero podía notar estas pequeñas distracciones lo que hacían o no un espacio de trabajo productivo.
En mi experiencia, valió la pena pagar para concentrarme y ser productiva. Y aunque no interactuaba muy frecuente con mis vecinos de la mesa, me gustaba estar rodeada por contacto humano de personas que perseguían sus propias metas.
Puedo decir que WeWork ha sido uno de los lugares en el que he trabajado más productivamente en mis proyectos. Interactué con gente respetuosa en su propio espacio de trabajo e irradiaban energía para lograr sus ambiciones.